Filosofía II: Definición Etimológica y Definición Real
Se denomina etimología al estudio del origen de las palabras, cuándo son incorporadas a un idioma, de qué fuente, y cómo su forma y significado han cambiado.
En idiomas con una larga historia escrita, la etimología es una disciplina relacionada con la filología y la linguistica historica que estudia el origen de las palabras investigando su significación originaria y su forma, así como los posibles cambios sufridos a lo largo del tiempo. Además, utilizando métodos de linguistica comparativa, se puede reconstruir información de lenguas que son demasiado antiguas como para obtener alguna fuente directa como la escritura. Así, analizando otros idiomas relacionados, los lingüistas pueden establecer inferencias acerca de la lengua de la que son originarias y su vocabulario.
La ciencia etimológica
La valoración de su importancia ha variado dependiendo de las tendencias del momento. Su época dorada se vivió durante el siglo XIX, cuando se emprendieron los más grandes proyectos de estudio etimológico, tales como el OED.
En 1880 Roque Barcia edita el Primer diccionario general etimológico de la lengua española.
Ejemplos
La mayoría de las palabras que surgen o se modifican en el lenguaje lo hacen por su uso constante. El lenguaje no es algo estático sino que evoluciona, se modifica y se retroalimenta. Aquí se citan un par de ejemplos de cómo ciertas palabras fueron incorporadas por el uso y luego adoptadas normativamente:
- Flipar: En España es muy común la utilización de este verbo, sobre todo entre la juventud, para describir que asombra porque no se espera o porque parece verse de otra manera muy diferente o justo al revés, o más popularmente dicho que hace 'voltear la mente' puesto que el término «flip» es en inglés dar la vuelta o voltear algo. Aunque el término, incorporado ya al Diccionario de la Real Academia Española, lo asocia principalmente a los efectos que la droga produce en la mente humana y, en segundo lugar, a estar o quedarse entusiasmado.
- Subasta: En la época de los romanos había un tipo de contrato que consistía en colocar un «asta» o «lanza» en la tierra, que dividía distintos tipos de bienes. Luego un letrado (que podía ser el pretor) se encargaba de escuchar las ofertas de la gente por todos aquellos bienes que se encontraban debajo del «asta» (sub asta). De ahí el origen del término.
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